HISTORIA - UN NUEVO GRUPO: SUS PRIMEROS VEINTE AÑOS

El Nuevo Grupo: Sus primeros veinte años

Ugo Ulive

Publicado en Spring,  LATIN AMERICAN THEATRE REVIEW , 1988, pag 47 a 50

LA FOTO

Apareció de repente, no sé bien quién la colocó allí ni por qué. Un día, tal vez a finales de la década del 70, la oficina de El Nuevo Grupo de Caracas amaneció presidida por una fotografía gigantesca:cinco personas sentadas en un sofá que miran hacia la cámara con diversas actitudes. En el extremo izquierdo está Elias Pérez Borjas, semi sonriente, como divertido, sin imaginar que con el andar del tiempo se convertiría en el formidable administrador cultural que es hoy; en el extremo opuesto Román Chalbaud, tranquilo, casi plácido, seguro de hallarse en el umbral de una etapa más de su vida, jalonada de textos teatrales, películas, montajes y sobre todo llena siempre de una suprema alegría de vivir; en el centro Isaac Chocrón: es sin duda el núcleo del grupo, el único que mira hacia la cámara/futuro con cierto aire de desafío; lo flanquean dos personas que no son gente de teatro y que tal vez por eso asumen gestos menos categóricos: Miriam Dembo, profesora universitaria, muestra en sus ojos una cierta temerosa resignación, como si fuera la única que prevé de alguna manera las partes ingratas del gigantesco quehacer que se avecina, y John Lange, brillante diseñador de revistas y afiches, más reservado, parece a medias ausente. No he preguntado pero sé que debió ser tomada en el año 1967, cuando El Nuevo Grupo era ya algo más que una idea en gestación y empezaba a verse como una empresa teatral ambiciosa creada por estas cinco personas. No tengo que preguntar para saber que ninguno de ellos imaginó que aquel nuevo grupo teatral que estaban fundando en la Caracas del 67, entre los espasmos finales de la lucha armada y el nacimiento inminente del bipartidismo, iba a durarles veinte años y más, iba a convertírseles en obsesión, en placer y entrega, en dolores de cabeza y fatigas, en amistades y enemistades, en orgullo y triunfos y responsabilidad.

LA HISTORIA

En 1967 el teatro caraqueño era sinónimo del Ateneo, prácticamente la única sala donde se hacía "teatro de arte." Chocrón y Chalbaud, vinculados emotivamente a dicha institución (y por un premio que acababan de ganar juntos en un concurso organizado por ésta) decidieron que no era suficiente, que hacía falta una nueva alternativa, otro sitio donde pudieran verse espectáculos y autores y se desarrollara una labor más estable y sostenida. La iniciativa fue concretándose en torno a una pieza de Chocrón dirigida por Chalbaud, Asia y el Lejano Oriente, estrenada en el interior y luego traída a Caracas. Es un año después, en 1967, cuando la gente de lo que ya se va llamando El Nuevo Grupo decide alquilar una sala en el este de la ciudad, sobre una falda empinada de El Avila, en una calle solitaria y residencial que con el andar del tiempo se convertiría en vía concurridísima, llena de hoteles de paso, restaurantes, talleres mecánicos y hasta un baño turco. Pero en aquel remoto 1967 podía verse como audaz el iniciar una empresa teatral en aquella callejuela un poco a trasmano. No lo era tanto si se tienen en cuenta las excelencias del edificio, que combina hábilmente salas de clase para ballet, apartamentos y una sala teatral de 180 puestos, obra del arquitecto Ramón González Almeida.

El año 67 sería crucial por varias razones: también en ese año moría Alberto de Paz y Mateos, junto con Juana Sujo, uno de los pioneros del moderno teatro venezolano e iniciador de Chalbaud en las lides escénicas. La nueva sala llevaría su nombre y desde entonces (salvo un breve período en el Teatro Caracas entre el 68 y el 69), funciona allí El Nuevo Grupo.

En 1974 se incorporará, en la acera de enfrente, un nuevo local de tipo experimental y flexible que puede llegar a albergar unas cien personas y que lleva el nombre de Juana Sujo. Dos teatros, oficinas y depósitos, un público estable y creciente y más de 150 estrenos sintetizan claramente el esfuerzo empecinado y creativo del grupo en estos sus primeros veinte años.

Lo NUEVO

¿Qué aporte diferente traía El Nuevo Grupo al teatro caraqueño de entonces? Aquí se podría evocar la tajante frase de Copeau al presentar su Vieux Colombier: "no venimos a revolucionar el teatro." Y así era; la petición de principios que aparece en el número uno de su revista afirma con modestia y realismo: "existe un público ... que reclama, cada vez en mayor escala, la presentación de buenos espectáculos ..." Y se compromete más adelante a "mantener ¡al fin! Un teatro estable, con funciones diarias a base de un repertorio que incluya obras dramáticas venezolanas y extranjeras, contemporáneas y clásicas." Con el tiempo se irá perfilando más precisamente la personalidad de la institución: un marcado acento sobre el teatro de texto frente a los excesos del teatro "experimental" o meramente espectacular y, sobre todo, una absoluta preminencia del autor nacional, lo que ha sido y sigue siendo el rasgo más notable de su trayectoria. Puede afirmarse sin exageración que la mayor parte de los textos más importantes del teatro venezolano de los últimos años ha visto su luz sobre sus escenarios y que además han debutado allí muchas de sus nuevas voces como Caballero, Peña, Martínez, Erminy, etc.

La historia de El Nuevo Grupo puede leerse entonces a través de los hitos que jalonan su repertorio. 1967 es el año de Asia y el Lejano Oriente (Chocrón), Los ángeles terribles (Chalbaud) y Trie Trac (Chocrón); 1968 es el de El pez que fuma (Chalbaud); 1969 el de Okey (Chocrón); 1971 el de Profundo (Cabrujas) y La revolución (Chocrón). 1974 es el de la inauguración de la sala Juana Sujo con La máxima felicidad (Chocrón); 1976 es el de Acto cultural (Cabrujas); 1979 el de El día que me quieras (Cabrujas); 1980 el de Mesopotamia (Chocrón); 1986 el de El Americano Ilustrado (Cabrujas) y 1987 el de Clipper (Chocrón). Como si fuera poco, a esta lista pueden agregársele Resistencia en 1973, Vida con mamá en 1975, El Tirano Aguirre en 1976, El rey de los araguatos en 1978, Humboldt y Bonpland, taxidermistas y Prueba de fuego en 1981, La tercera mujer en 1982 y Señoras en 1985, más de una veintena de títulos donde se cifra la casi totalidad de la actividad dramática del país. Piénsese además que a esta lista deben agregarse nombres como Ibsen, Brecht, Pinter, Beckett, Shakespeare, Albee, Lope, O'Neill, Pirandello, Ionesco, Goldoni, Chéjov, Strindberg y Shepard entre muchos otros. Una enumeración vertiginosa, profesión de fe y síntesis de lo logrado. Sin duda no todos estos nombres remiten a espectáculos de calidad, pero no cabe duda de que a partir de 1967 el panorama teatral de Caracas—y en parte del país—conoció un nuevo brillo, cobró una resonancia diferente que aún hoy es voz contante imposible de ignorar.

EL FUTURO

Como toda empresa teatral, El Nuevo Grupo ha conocido triunfos y fracasos pero tal vez el secreto de su supervivencia y de su perfil, casi único dentro del teatro latinoamericano, lo constituye la estabilidad de su núcleo rector. En efecto, diversos nombres desfilan por su Junta Directiva en las sucesivas publicaciones, revistas y programas pero el cogollo central se mantiene incambiado, en especial a partir de 1975, cuando se le incorpora Cabrujas y John Lange va raleando su presencia cada vez más. Las cifras que indican la cantidad de estrenos o la afluencia de público han subido y bajado, emergieron otros grupos acaso más dinámicos y emprendedores, las dificultades económicas han actuado siempre como freno para mejorar técnicas o proyectos muy ambiciosos pero nunca han logrado detener la marcha, ni siquiera en los últimos años, los más calamitosos debido a la angustiosa situación financiera del país, acogotado por la caída de los precios del petróleo y una deuda externa desangrante.

Veinte años, de todos modos, son un lapso considerable. ¿Hay en el grupo signos de fatiga, de esclerosis o de cansancio? En parte sí, sin duda. Veinte años sin que se incorpore de manera notable sangre nueva a la dirigencia del grupo, veinte años de una labor compartida con otras tanto o más absorbentes (el cine en el caso de Chalbaud, la televisión para Cabrujas, la enseñanza, la narrativa y la fundación de empresas tan complejas como la Compañía Nacional de Teatro para Chocrón) plantean también el reto más considerable que enfrenta hoy El Nuevo Grupo, cuya supervivencia, por encima de las ingentes dificultades económicas, es algo que no está en discusión ni en duda. 

Pero ahora el panorama ha cambiado pues la presencia de un público joven y ansioso, la apertura de otras salas, la aparición de grupos estables y no, el peso de una Compañía Nacional crean diariamente nuevos retos y emulaciones. Redefinir su puesto en este panorama distinto donde el problema ya no es hacer teatro con continuidad ni dar a conocer cierto repertorio, resume, al parecer, la tarea más urgente que debe encarar el grupo si no quiere caer víctima del anquilosamiento y la rutina. No es tarea fácil si se la ubica en el contexto inmediato: la reducción e inestabilidad de los subsidios por un lado y el peligro de perder --a mediados de 1987, cuando escribo-- la sala Juana Sujo (donde se presentaron algunos de sus espectáculos más significativos) por el otro. Como ya se dijo, no es la supervivencia del grupo lo que está en juego sino sus posibilidades de crecer y madurar luego de estos primeros veinte años. Los que lo conocemos por dentro somos optimistas, sabemos que hay reservas suficientes de experiencia y talento y prestigio para aguardar lo mejor. Porque, si a ver vamos, ¡qué pobre se vería el teatro venezolano sin la presencia sólida, serena y eficaz de El Nuevo Grupo!

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